INSOMNIO

Un filósofo dijo en su pobre pensamiento oscuro... tú sabes lo que dijo. Eres apasionado de su veneno.

 

Entre el gozo de ángeles naciste y con aceite bendecido levantaron tu espíritu. ¿Quién entenderá verdaderamente sus olores? ¿Quién recibirá el atributo del conocimiento? Atento al cuento de su tiempo. Es marchitado por el invierno que les trajo. Están sumamente confiados en sus abrigos de cartón. Se les avisó entre su naturaleza que no ha nacido por arte de magos. Saludos desde la otra vida les manda el poderoso a los supuestos intelectuales de este mundo. Esos que tienen el veredicto de su propia muerte en sus manos. Ellos han desatado la maldad. Quisieron naufragar en medio de mareas asesinas creyéndose dioses. Usan su dialecto en el diagrama de una línea veloz que devora su entendimiento.

En un cierto punto en el tiempo arropó la inocencia de un pueblo que no fue fructífero a su voz de trueno. Los alimentaron a su antojo. Los entretuvieron como a niños, para luego ponerles una soga en el cuello mientras hacían un nudo hasta romper el yugo que tuvieron con ellos desde el principio. Usaron las fuerzas demoníacas de sus razonamientos y hoy son el virus más mortal que existe en la tierra. Hoy su pueblo muere y su corazón llora de espanto. Por eso se acortarán los días y los cielos se pintarán de rojo, y la tierra gritará con dolores de parto porque sólo él tiene el antídoto.

Amigo mío, nunca olvides que eres como lo más profundo del espacio mezclado con el infinito del océano que el hombre no conoce del todo. Eres como la guerra que siempre los perturbará. Los dejará como el lobo, delirando hacia la luna. ¿No lo ves, amigo mío? Están ciegos y de sus bocas sale espuma mostrando los síntomas de la rabia que esconden sus creencias. Podrías combinar un telescopio en su ojo derecho y aun así no se les revelaría el entendimiento de todo aquel que cree en Jesucristo. Tienen la consciencia muerta, ignorando con orgullo la tormenta que se les viene a su copa, y no es que mi Dios sea un Dios cruel. Pues ¿quién puede engañarlo si él es el dueño de la balanza, esa que pesa los corazones, desde el más grande hasta el más pequeño?

Ellos son los que provocan su ira. Se revuelcan en la tierra desnudos. Amigo mío, que corran al bosque más cercano y hagan una cueva entre los árboles. Antes de que salga el sol, cantará el gallo de Pedro en la ventana de sus aposentos y verás que los colores que tienen adentro le cantarán una melodía: una de día, una de tarde y una de noche. Como quieras, serás atado y echado al fuego. No hay escapatoria bajo la furia de su divino vino amargo.

Oye:

Si Dios no existe como dices, ¿qué haces buscando en una ficción tan pobre como la mía, la cual no tiene la fuerza para responder al payaso muerto que llevas por dentro?

Amiga mía, te repito de nuevo:

Los que sueñan nunca duermen y los que se duermen siempre sueñan, pero nunca despiertan del profundo sueño.

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