LIONS IN THE CITY

El reloj marca la medianoche. La calle clandestina, oculta y solitaria, está a punto de ser el escenario de una competencia feroz. El aire es denso, cargado con una electricidad palpable. Las apuestas ya están hechas, las miradas nerviosas se intercambian entre aquellos que conocen el peligro que se avecina. Los cinco competidores, envueltos en un aura de misterio y tensión, se alinean con sus exóticos carros en la línea de salida.

Breeze "The Shadow" Villalobos, un hombre de mirada enigmática y movimientos precisos, se encuentra al volante del Porsche 911 GT3 RS. Su concentración es absoluta, su reputación en las calles es legendaria, pero su rostro permanece inescrutable. A su lado, con una sonrisa desafiante en el rostro, está Vanessa "Viper Queen" Rojas, una piloto conocida por su agilidad casi felina al mando del Thunderbolt Fury. Su movilidad rápida y mortal es tan famosa como su mente estratégica.

—¿Preparado para ver cómo te dejo atrás, Breeze? —pregunta Vanessa, con una chispa desafiante en los ojos color avellana.

Breeze la mira de reojo, inclinándose ligeramente hacia adelante para observar la recta oscura frente a ellos.

—Veremos quién deja a quién atrás esta noche, Vanessa —responde con voz grave, sus palabras apenas un susurro ahogado por el rugido de los motores.

 

No muy lejos, Lucas "Savage Wolf" Herrera se estira dentro de la cabina de su Nightshade Phantom. Sus ojos abrasivos observan cada movimiento de sus rivales. Lucas ha pasado su vida peleando por cada pulgada ganada, y esta noche no será diferente.

—Ninguno de ellos tiene lo que se necesita para ganar esta noche —murmura para sí mismo, su voz repleta de una nota de ferocidad ansiosa.

A su izquierda, Casandra "La Gárgola" Martínez, al mando del Venomous Eclipse, ajusta sus guantes con una precisión meticulosa. Sabe que cada detalle cuenta, que cada pequeño ajuste puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota. Su velocidad letal la ha convertido en una competidora temida en las calles.

—Esta noche, esta carrera es mía —se dice en voz baja mientras sus manos firmes se cierran alrededor del volante, su expresión completamente impasible.

 

Completando el quinteto, tenemos a Ryo "Steel Dragon" Tanaka, uno de los pilotos más intimidantes de la calle. Su Blaze Titan resplandece con una luz singular, su espíritu indomable parece impregnar el aire alrededor de él. La fuerza y la precisión de Ryo no tienen paralelo, y cada músculo de su cuerpo refleja una potencia controlada a la perfección.

—El fuego se apaga o consume todo a su paso, y yo soy quien determina cómo termina esta noche —declara Ryo, con una certeza vehemente que sólo brota de un corazón ardiente.

 

Con un rugido ensordecedor, se da la señal de inicio y los cinco superdeportivos surgen como una liberación de potencia pura, sus motores bramando y sus luces perforando la oscuridad como estrellas fugaces en la noche. Las calles clandestinas se convierten en un borrón de luces y sombras, cada segundo contando en la feroz competencia.

 

Las primeras curvas son un despliegue de maestría y audacia. Breeze, con la destreza de un fantasma, se desliza entre sus competidores. Vanessa, justo a su lado, se mueve con una fluidez casi serpentina, sus maniobras rápidas y precisas desafiando la lógica. Lucas se aferra al volante con una intensidad salvaje, jamás cediendo terreno, manteniendo una ferocidad implacable que lo empuja hacia adelante.

—¿Qué tan rápido puedes moverte, Breeze? —grita Vanessa, con una risa vibrante que se mezcla con el rugido de su motor.

—Más rápido de lo que puedes imaginar —responde Breeze, su voz baja y controlada mientras toma una curva cerrada con una precisión milimétrica, dejando tan sólo centímetros entre su coche y la barricada de hierro.

 

Casandra, mientras tanto, explota hacia adelante en líneas rectas, su velocidad letal dejando una estela invisible en el aire. Sus ojos brillan bajo las luces tenues del trayecto clandestino. Ryo, con una mezcla de brutalidad y gracia, se lanza hacia una posición avanzada, su Blaze Titan rugiendo con una intensidad que hace temblar el asfalto.

—Esta es la verdadera carrera, Casandra —murmura Ryo, haciendo una maniobra abrasiva que lo coloca a la par con ella—. ¿Podrás mantener el ritmo?

—Siempre lo hago, Ryo —responde Casandra, su voz fría como el hielo mientras acelera, su mirada fija en la meta todavía lejana.

 

Kilómetro tras kilómetro, los pilotos empujan sus máquinas y habilidades al límite. En una sección de la carrera, una recta interminable se convierte en el campo de pruebas para su velocidad máxima. Las agujas de los velocímetros oscilan peligrosamente hacia los límites, mientras los motores chillan en un coro de potencia máxima. Ahí, Breeze toma una ventaja decisiva, maniobrando su Porsche 911 GT3 RS con una elegancia que parece casi sobrenatural. Sin embargo, no pasa desapercibido por Lucas, quien ajusta su enfoque y presiona aún más fuerte el acelerador.

—No dejaré que te escapes tan fácilmente —grita Lucas, sintiendo la adrenalina bombeando en su pecho.

 

A pocos segundos para alcanzar la curva más traicionera del recorrido, llamada "La Carabela De Goliat", donde más de un corredor ha encontrado su final, la tensión se intensifica. En ese momento, Vanessa decide que es el momento de hacer su jugada. Con una maniobra impresionante, acorta la distancia con Breeze y empieza a forzar el paso, intentando empujarlo hacia una salida más amplia.

—Tendrás que hacerlo mejor que eso, muñeca—dice Breeze, esquivando con habilidad la arteramente planeada trampa de Vanessa.

 

Mientras las luces de la ciudad clandestina se difuminan en un caleidoscopio de colores, una llovizna ligera empieza a caer, haciendo el terreno resbaladizo e incrementando el peligro diez veces. No es suficiente para frenar a los cinco pilotos, que parecen inquebrantables ante la adversidad. Cada uno de ellos, con corazones tan ardientes como los motores que manejan luchan por cada milímetro como si estuvieran acariciando la muerte misma.

 

Ryo y Casandra se encuentran en La Carabela De Goliat cabeza a cabeza, sus coches prácticamente tocándose en algunos momentos, el chirrido de los neumáticos sobre el asfalto mojado resonando en el aire.

—Vamos, Casandra, no puedes detenerme —declara Ryo, con una intensidad casi palpable—. No esta noche.

Ella suelta una risa fría, sus ojos brillando con concentración total.

—Simplemente observa, Ryo. No subestimes a la gárgola —responde, haciendo un giro magistral que la coloca momentáneamente en la delantera.

Pero Ryo recordó el tiempo pasado donde casi pierde la vida por culpa de Casandra y cobró esa cuenta pendiente. Usó su nitro una vez más y embistió la parte trasera del Venomous Eclipse con la fuerza de su Blaze Titan. La carrocería se desprendió de su esqueleto de acero y Casandra salió disparada, muriendo al instante. Ryo casi pierde el control y al pasar la terrible curva miró por el retrovisor y dijo entre risas—Lo siento, gargoleta. Nos veremos en la otra vida.

La carrera continúa, una batalla feroz y sin cuartel. La recta final se muestra a lo lejos, iluminada por las luces titilantes de la ciudad. Los pilotos se lanzan hacia ella con una velocidad desesperada, conscientes de que cada segundo cuenta más que nunca. Breeze logra mantener una ligera ventaja, pero no está a salvo. Lucas, detrás de él, se posiciona para una maniobra desesperada, su mente calculando cada posible movimiento.

 

En un último intento por derrocar al líder, Lucas presiona el acelerador al máximo, su vehículo rugiendo como una bestia liberada. A su vez, Vanessa y Ryo se encuentran en un frenesí de velocidad pura, cada uno tratando de ganar esos preciados centímetros que les darían la ventaja.

—No puedo dejarte ganar, Breeze —resuena la voz decidida de Lucas a través del rugido de los motores.

—Tendrás que intentarlo más duro, Savage Wolf —replica Breeze, su voz calmada pero cargada de tensión.

 

Con un movimiento prácticamente suicida, Lucas se lanza hacia un hueco que apenas parece existir. Pero en el mismo instante, Breeze hace una maniobra girada que lo coloca nuevamente a la delantera, sus habilidades al volante brillando con formidable destreza.

Finalmente, la meta se encuentra a solo metros de distancia. Los espectadores contienen la respiración, la tensión acumulada alcanzando su punto más alto. El Porsche 911 GT3 RS de Breeze cruza la línea de meta, apenas una fracción de segundo antes que sus competidores. La carrera termina con un rugido de motores y el sonido ensordecedor del triunfo.

Breeze "The Shadow" Castillo emerge como el ganador, su rostro aún impasible. Vanessa, Lucas y Ryo frenan sus máquinas, reconociendo la superioridad de Breeze esta noche.

—Bien jugado, Breeze —admite Vanessa, sacudiendo la cabeza con una sonrisa apagada.

—¿Qué pasó con Casandra? —pregunta Breeze aún montado en su Porshe.

—Ya sabes cómo es este juego. Unos van y otros vienen; no sabemos cuándo nos tocará a nosotros... Yo iba al frente y solo escuché la noticia por la radio —Vanessa pausó y prendió un cigarrillo—. Triste por esa joven. Ella lo pidió y el diablo la capturó en la Carabela de Goliat. Luego de una calada y dejar que el humo saliera de sus pulmones, añadió—. Ryo siempre ha sido un perro sucio. No dudes que fue el causante.

—Yina, Black, Ángelo, y ahora Casandra. Parece que habrá que ajustar cuentas con ese cerdo.

—Así es, mi querido Breeze. Nuestros muertos nos piden venganza —dijo, mientras cambiaba de objetivo al ver que se acercaba Ryo.

—Esta noche fue tuya, pero no siempre será así —agrega Ryo, con una sonrisa feroz—. Siento la trágica despedida que tuvo nuestra colega, muy joven y atrevida… qué lástima que los gusanos se coman ese cuerpecito.

Breeze intenta abrir la puerta de su porche para darle su merecido, pero Vanessa acomoda su cuerpo sobre la puerta y le dice a Ryo que se largue.

—Ok, mamacita, relájate. Sabes que la vida es terrorífica —dijo Ryo con una sonrisa burlona, mientras se marchaba levantando ambos brazos en el aire.

—¡Hey, perdedor! En la próxima te reviento la pintura —dijo Lucas por radio—. Ve por la sombra y recoge tu dinero; te hará falta. Nada, Breeze, te dejo tranquilo. Sé que te gustaba el trasero de Casandra, pero ni modo. Ella va adelante en esa buena carrera celestial.

Breeze simplemente asiente, su mirada perdida en los pasos de Ryo, como si ya estuviera planeando su próxima victoria. La carrera clandestina de la noche había terminado y, a lo lejos, las luces del amanecer comienzan a asomarse. Los cuatro competidores saben que, aunque la noche ha terminado con una tragedia, ellos volverán a quemar sus ruedas en las calles clandestinas de Chicago. Para ellos, la verdadera carrera nunca se detiene… Faltan historias por escribirse y solo un león es capaz de conquistar eso que los fanáticos exigen en las calles. Cada piloto mantiene en alto su espíritu indomable, listos para enfrentarse de nuevo en la próxima oportunidad, o quién sabe, a la muerte.

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